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les dijo:

— Hermanos míos, les ruego que no cometan tal maldad. Tengo dos hijas que aún son vírgenes; voy a traérlas para que hagan con ellas lo que quieran, pero no les hagan nada a estos hombres que están cobijados bajo mi techo.

Pero ellos le contestaron:

— ¡Quítate de ahí! Este individuo que ni siquiera es de aquí quiere ahora dárselas de juez. ¡Pues vamos a tratarte peor que a ellos!

Y empujándolo violentamente, trataron de echar abajo la puerta.

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